La Importancia de lo Pequeño
España acaba de salir de un Campeonato del Mundo con dos platas, un bronce, dos quintos puestos, o sea se llegaba a lucha por medallas y un séptimo puesto, esto con once judokas. Magníficos resultados y desde aquí la más sincera enhorabuena a la totalidad del equipo nacional por la entrega y a los tres medallistas, al Judo Club Usurbil con Esteban Arrillaga al frente, al Valencia Club de Judo con Salvador Gómez y Ronaldo Veitia júnior y a Ana Carrascosa, su entrenadora Azucena Verde y el club Judokan de Valencia. Y ahora por encargo toca hablar de los clubs pequeños y viene muy a colación el tema porque se dan la mano y guardan una estrecha relación los resultados a los que se ha llegado hasta ahora en el judo español y los pilares que conforman la base del judo en España: los clubs.
En deporte siempre relucen mejor las medallas, que es lo que resaltan sobre todo los medios, y también con la ausencia de éxitos se debe hacer análisis y algunos incluso debieran hacer ejercicio de autocrítica de cómo se ha llegado a la situación para no volver a repetirla o de algún modo intentar evitarla.
España cuenta con alrededor de 103.000 licencias, es el cuarto deporte en número de licencias, el groso de esas licencias pertenece a los pequeños, muchos de esos peques continúan luego en el gimnasio y eso es indicativo de la buena labor realizada por el monitor-profesor de judo en la escuela, la continuidad “tan sólo” significa plasmar entusiasmo por un deporte y eso ya cuenta mucho, me atrevería a decir que mucho más que la base de conocimientos o la colección de cinturones de colores que se haya podido lograr, si se despierta el interés, si se llega al chav@l y se suma un entusiasta más para este deporte la labor habrá sido fructífera, y uno más añadir a esa cuenta de seguidores con los que ya cuenta el judo. Nada grato resulta muchas veces la labor de docente del judo e impartirlo como extraescolar, en muchas ocasiones el grupo se conforma gracias a horarios laborales de padres incompatibles con la salida de sus hijos en la escuela, se hace necesario apuntarlos a una actividad y se cae en suerte a veces que es judo, en otras ocasiones es vox populi dentro del patio del colegio cómo son las afables clases del atento chic@ que lo enseña y que tan solícit@ monta y recoge las colchonetas cada sesión, que atiende pacientemente las inquietudes de los padres y resuelve situaciones no previstas en ningún curso relativo a la docencia en este deporte, esto por no hablar de los honorarios devengados en esta tan honorable tarea de limpiar mocos, subir pantalones, atar cinturones y de vez en cuando enseñar algo de judo midiendo y educando a la vez comportamientos que muchas veces empiezan como pulsos retadores a la voluntad del profesor.
Desde estas líneas tal vez parezca una tarea muy poco grata y practicada con desgana con todo este entorno de múltiples circunstancias, nada más lejos, desde aquí y dentro de estas líneas subyace la obligación de realzar la labor de la inmensa mayoría de est@s profesionales, desde el veteran@ profesor con la clase más concurrida hasta el nuevo y flamante monitor con su grupo de alumnos que pocas veces llega a las dos cifras. Agradecerles las tantas veces y fines de semana en que puede más el entusiasmo y la vocación por mantener el grupo activo que el futuro profesional que pueda deparar la actividad, campo trillado en innumerables ocasiones por empresas de actividades extraescolares de mezquina y corta mentalidad empresarial que expolian en lugar de labrar por el futuro de una actividad que bien pudiera ser meta profesional, incentivando consolidación y crecimiento, en lugar de acotar y limitar, y es que una de las cosas que esta maldita crisis nos está enseñando en este país es que empresas hay muchas, empresarios pocos.
Hay que podar en muchas ocasiones el árbol de los elogios con estos profesionales, con cada uno de ellos, los de los colegios, clubs pequeños, modestos y menos modestos.
Lo que no voy a contar, ni descubrir es lo que ellos ya saben, y es el papel crucial que juegan en esto del judo español. De eso, ya son ellos muy conscientes, aunque lamentablemente desde algunas instituciones todavía no lo saben, quizás comiencen a darse cuenta cuando sea tarde y no haya ni profesionales ni las consabidas sabrosas licencias de las que se nutren.
Montse Coque*
*(Montse es una amiga nuestra de Madrid, una enamorada del judo, una "plumilla" que da cobertura al judo en diferentes medios de comunicación y que ha atendido amablemente a nuestra petición para escribirnos esta excepcional crónica).